En medio de una tormenta helada con el cielo tronando, una figura se yergue incólume ante la furia de los elementos, con un tocado de plumas y golpeando rítmicamente un instrumento parecido a un tambor.
Se trata de un chamán siberiano, experto en sanar mediante remedios naturales, supervisar los rituales de las tribu a la que pertenecían y según las creencias de los nativos, el exorcismo y la invocación de espíritus entre otras habilidades.
Las tradiciones chamánicas las podemos encontrar en todos los lugares del mundo y Siberia no es una excepción, conservándose debido a su aislamiento, estas singulares creencias que en gran parte del mundo debido al celo de misioneros de diferentes religiones, intereses políticos etc.. se han encargado de eliminar.
La palabra chamán viene de la forma rusa “shaman” que a su vez deriva de una palabra tungusa (un pueblo originario de Siberia) “saman” que hace referencia a una persona que tiene la habilidad de ponerse en contacto con los dioses. Se piensa también que la palabra puede provenir del sánscrito “cramana” que significa monje mendicante.
Los chamanes siberianos podrían ser hombres o mujeres, aunque en la antigüedad se consideraba que las mujeres chamanes eran más poderosas, debido a que tenían un vínculo más fuerte con la naturaleza.
Existían varios tipos de chamanes: sanadores especializados en remedios naturales, conjuradores que tenían la habilidad de invocar y controlar espíritus, adivinos especializados en predecir el porvenir e incluso hechiceros que entraban en trance y viajaban al “Otro Mundo”. También había chamanes que practicaban ritos más oscuros, lo que se suele conocer como “magia negra”.
Según las creencias chamánicas siberianas, el chamán hacía de mediador entre ese “Otro mundo” y el nuestro, obteniendo su poder y garantizando la estabilidad de ambos reinos.
Los chamanes siberianos usan como vestimenta propia de su oficio trajes hechos de pieles y cueros de animales decorados con plumas de aves, espejos, discos de cobre etc, dándoles una apariencia singular y única. Muchos chamanes siberianos llevan botas de cuero herradas para alejar a los malos espíritus. Para adornarse la cabeza usan un gorro cónico, hecho con piel o de cornamenta de reno.
Un símbolo muy característico de su oficio, es un tambor que suelen golpear rítmicamente. Está hecho con cueros de animales que se estiran sobre un marco de madera. Es un símbolo de su cargo y también, es considerado por los nativos, como un objeto mágico que puede afectar a los espíritus exorcizándolos o invocándolos.
Muchas veces llevan también, un bastón hecho, de madera o metal decorado con plumas, campanas etc.. cumpliendo una función similar al tambor.
Había varias formas para adquirir el rango de chamán:
La más habitual era la transmisión hereditaria, el aspirante a chamán, nacido de una familia con esos poderes, recibía también esos dones ( visiones, trances etc,) desde que era niño y heredaba esas habilidades mágicas.
Otra forma, era que, se dispusiera de una características física o de personalidad especial como rasgos físicos singulares, comportamiento introvertido o soñador e incluso, los ataques epilépticos, eran atribuidos como signo de tenencia de poderes mágicos.
Por último era posible que un chamán aceptara a un joven como aprendiz para enseñarle sus conocimientos. En este caso, el aspirante tenía que someterse a un rito de iniciación, que consistía muchas veces en la ingesta de sustancias alucinógenas que le permitían acceder a otros planos de existencia y ponerse en contacto con espíritus y deidades. Tras ponerse en contacto con estas entidades hacían un sacrificio de un animal, para sellar su pacto, adquiriendo habilidades mágicas.
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